Marilyn y el metro
Sam Shaw
1955
La imagen de Marilyn Monroe refrescando
sus piernas en el calor de la noche veraniega neoyorquina aprovechando el aire
que sale de las rendijas de los conductos de ventilación del metro tiene dos
curiosidades. La primera es que su fama y perdurabilidad han superado a la
película en la que esa escena aparecía, La
tentación vive arriba (1955). Sí, la comedia es un clásico de Billy Wilder,
pero más gente alrededor del mundo conoce la estampa de Marilyn y su
vestido blanco que la película.
La segunda es que esa imagen –Marilyn con la falda al vuelo mientras Tom
Ewell le observa entre curioso y galán– nunca se llega a ver tal cual en la
película. La escena del metro tiene lugar, efectivamente, cuando los dos
protagonistas salen del cine y se enfrentan al calor de la noche neoyorquina,
pero los planos que narran el momento se dividen entre planos medios de las
piernas de la actriz y planos medios de ella reaccionando al viento. Si alguien revisita hoy La
tentación vive arriba esperando encontrar ese icónico plano del cuerpo
completo de Marilyn con su falda al viento, se quedará con las ganas.
La imagen ha quedado como un lugar común del verano. Habla de belleza,
de deseo prohibido, de calor, de pasar los meses más duros en la gran ciudad y
es, además, una de las escenas más eróticas y contenidas que ha dejado el siglo
XX.
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